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jueves, 22 de julio de 2010

OBAMA PROMULGA NUEVA REFORMA FINANCIERA

Aunque las encuestas siguen sin apreciar un significativo respaldo popular hacia sus ambiciosas reformas, el presidente Obama convirtió ayer en ley las nuevas reglas de juego para Wall Street.

Todo un nuevo marco legal que en la práctica supone el mayor cambio en materia de regulación financiera para Estados Unidos desde la Gran Depresión para evitar otra crisis como la desencadenada en el 2008.

Con la promesa de que los «estadounidenses no tendrán nunca más que volver a pagar por los errores de Wall Street», el presidente rubricó en una multitudinaria ceremonia la llamada Ley Dodd-Frank, en honor de sus timoneles del Partido Demócrata. Aunque irónicamente, el evento tuvo lugar en el Edificio Ronald Reagan, centro de reuniones junto a la Casa Blanca en honor de un histórico abanderado de las desregulaciones.

La legislación de más de dos mil páginas —que ha contado con la oposición tanto de la industria financiera como de gran parte de la oposición conservadora— aumenta la protección a los consumidores y otorga al gobierno la capacidad de desmantelar grandes entidades. Además de limitar las operaciones especulativas de los bancos con sus propios fondos, mayor supervisión del mercado de derivados, más control sobre la agencias de calificación de crédito y una mayor capacidad de supervisión para la Reserva Federal.

De acuerdo al ocupante de la Casa Blanca, «a menos que su modelo de negocio depende de atajos o estafar a sus clientes, nadie debe temer esta reforma». Mientras que la oposición del Partido Republicano ha insistido en que se trata de un rescate permanente para la industria financiera. Aunque según reiteró el presidente de Estados Unidos, «ninguna ley puede forzar a nadie a ser responsable, todavía incumbe a Wall Street prestar atención a las lecciones de esta crisis a la hora de conducir sus negocios».

Tras la rutilante ceremonia, el responsable de la Reserva Federal presentó su esperado testimonio bianual ante el Congreso indicando que no
habrá cambios inminentes de política monetaria para impulsar el crecimiento económico de Estados Unidos. A juicio de Ben Bernanke, las perspectivas de la mayor economía del mundo son «inusualmente inciertas», contienen dolorosos niveles de paro y requieren de una vigilante flexibilidad por parte de la «Fed».

Según las estimaciones barajadas por Bernanke, el PIB americano continuará creciendo a un «moderado ritmo», con esperanzas de que la demanda privada pueda suplir el final del paquete de estímulo económico y la ralentización de inventarios. En su opinión, los problemas fiscales de Europa han complicado las perspectivas de crecimiento.

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